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Brotación y floración. Primeros signos de vitalidad

En nuestras fincas Hoya de Cadenas y Casa Gallur una cepa recorre cada año de su vida distintas fases que se suceden en orden constante y que, en conjunto constituyen el ciclo vegetativo de la vid. En un post anterior ya os hemos hablado de la fase denominada “lloro” y en este post vamos a avanzar unas fases más, en concreto os hablamos de la “brotación” y la “floración

La actividad de la raíz es la primera en producirse y posteriormente se activa el resto de la planta. El proceso se inicia movilizando sus reservas en forma de savia elaborada hacia los ápices de las yemas. Sin embargo, no todas las yemas brotan a la vez. Las primeras en brotar son las últimas de los pulgares y varas no arqueadas de la planta, denominadas delanteras. A este fenómeno se le denomina “acrotonía”, y se entiende como un mecanismo de supervivencia de la vid, con el fin de extenderse lo máximo posible.

La brotación de las yemas se debe a la multiplicación y engrosamiento celular de los meristemos de éstas. En principio, con bajas temperaturas, la actividad celular es débil, pero una vez que se produce el aumento de la temperatura, y con acciones diarias acumulativas, se produce el hinchamiento y aperturas de las escamas.

Este fenómeno se produce hasta llegar al umbral de crecimiento aparente con temperaturas medias diarias de 10ºC, también llamado “cero vegetativo. Es el momento de la aparición de la borra y posterior desarrollo de la punta verde.

Estos son los diferentes estados fenológicos de la brotación:

 

brotación floración

A partir del brote, la vid desarrolla los órganos en miniatura que se encuentran en los meristemos de éstas. En un principio el desarrollo se hace a costa de las reservas y finalmente a costa de las hojas nuevas formadas en los sarmientos. En el siguiente gráfico se detallan las diferentes fases de crecimiento del pámpano:

brotación floración

La siguiente fase en el ciclo vegetativo de la vid es la “floración y fecundación” enmarcada en la fase de crecimiento de la planta. Es cuando empezamos a conocer la vitalidad y todo el potencial de la vid.

Las inflorescencias, que podríamos definir como los tallos de la planta que van a tener las flores, se manifiestan algunos días después de iniciarse la brotación de las yemas.

En un primer momento, lo hacen mostrando una pequeña masa de color verde o rojo (según las variedades). Posteriormente, cuando las primeras hojas se extienden en número de 4 o 5, las inflorescencias son ya más visibles (fase F). Una vez superada esta fase, aparecen las inflorescencias separadas (fase G).

brotación floración

 

Más tarde, esas inflorescencias van a desarrollarse y van a ser los embriones de las futuras flores, que se desarrollan a partir de un punto del tallo. A esta fase se la denomina “etapa de los botones florales” (fase H). Finalmente llega el momento de la floración (fase I).

brotación floración

 

A finales de la primavera o principios del verano llega la floración a nuestras fincas de Hoya de Cadenas y Casa Gallur, que es cuando las temperaturas medias de los días rebasan los 15ºC o 16ºC. Es en este momento cuando la corola se abre regularmente a partir de su inserción con el cáliz, provocando que los estambres y los pistilos maduren.

Cuando la corola se desprende, los sacos polínicos de los estambres se abren inmediatamente y una nube de polen envuelve la inflorescencia, sobreviniendo seguidamente la deposición de los gránulos de polen sobre la superficie rugosa del estigma. Gracias a la sustancia azucarada que el estigma segrega, germinan los tubos polínicos. Estos tubos polínicos se alargan y bajan por el cuello del útero hasta la cavidad ovárica, donde fecundan los óvulos.

Los óvulos fecundados crecerán hasta convertirse en las semillas o pepitas que estimularán el desarrollo del ovario para constituir el grano de uva o baya.

Se denomina “cuajado” al desarrollo de las inflorescencias, que más tarde darán lugar a los frutos de la vid, o mejor dicho a las bayas del racimo. La tasa de cuajado es el número de bayas que quedan en los racimos en relación con el número de inflorescencias de que provienen. Este porcentaje suele oscilar entre el 60% y el 80%. Estas pérdidas o mermas se clasifican en los siguientes tipos:

  • Antes de la floración: no todas las inflorescencias de un brote se desarrollan, apareciendo mayores pérdidas en vides débiles y afectando a veces a una parte de la inflorescencia (que puede a veces transformarse en zarcillo).

 

  • Durante la floración: El número de botones florales se puede reducir muy ligeramente, pues las flores viables en ese momento se encuentran perfectamente formadas. El fenómeno del “millerandage” puede provocar un importante defecto en la maduración del racimo. Este fenómeno consiste en la aparición de bayas de distinto tamaño y estado de maduración en el racimo. Este fenómeno puede tener las siguientes causas:

 

  1. débil poder germinativo del polen (carácter muy varietal e incluso clonal)
  2. defectos del saco embrionario
  3. temperaturas bajas
  4. humedad alta
  5. presencia de polinicidas
  6. carencia de boro
  7. exceso o defecto de vigor

 

  • Tras la floración: La pérdida de flores se acentúa por una no fecundación de las flores o por el desprendimiento de flores fecundadas (fenómeno conocido como corrimiento del racimo), teniendo estos posibles orígenes:

 

  1. Corrimiento constitucional: debido a vides con flores femeninas donde es necesario polinizarlas artificialmente (típico de la Garnacha)
  2. Corrimiento fisiológico: debido a una mala nutrición de la planta o por un estrangulamiento en su pedúnculo.
  3. Corrimiento climático: por condiciones desfavorables de baja temperatura, alta humedad, poca luz
  4. Corrimiento patológico: vinculado a determinadas enfermedades o carencias, tales como entrenudo corto, clorosis, erinosis, carencia de Boro, herbicidas…

 

Es un momento importante para el desarrollo de nuestras viñas y existen muchos factores que influyen en su evolución. En la viticultura de Vicente Gandía tratamos de controlar y medir el desarrollo de las vides para que en unos meses, tengamos la mejor uva posible con la que elaborar nuestros vinos más preciados.

 

Pepe Hidalgo

 

Artículo escrito por:
Pepe Hidalgo,
Director Técnico de Bodegas Vicente Gandia

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